Jessica Joya es ingeniera industrial, pero no encontraba buenas opciones de crecimiento profesional en su área. Por un tiempo trabajó como analista de inventario y gestión de calidad en un cementerio, lo cual coincidió con el inicio de la pandemia. “Esta fue una época difícil, viví muchos momentos de intensidad, no solo a nivel profesional, sino que también en términos emocionales”, cuenta Jessica. Sin embargo, su curiosidad y ganas de cambiar su vida la llevaron a buscar una oportunidad en tecnología.
Un mensaje por Instagram la llevó a Laboratoria, donde ingresó al bootcamp de desarrollo web. Al entrar a Laboratoria, entendió que eso era lo que estaba buscando para complementar su vida laboral. “Cuando ingresé al bootcamp me dio una nueva perspectiva. No sólo me facilitó las herramientas técnicas y operativas, sino que me enseñó a trabajar en equipo, en comunidad, a apoyarme y apoyar a otras en el trabajo, eso es lo que nos hace avanzar en el mundo laboral”, comenta.
La hora del empleo
Al egresar del programa pensó que iba a tardar en conseguir empleo, pero no pasó ni una semana y ya le habían hecho tres ofertas. “Allí me di cuenta, por primera vez, que podía decir que no a un empleo en el cual no me sintiera cómoda. Esto fue toda una revelación para mí”, confiesa Jessica. Finalmente, decidió entrar a la empresa que más le interesaba y comenzar su primer empleo en tecnología como ingeniera de soporte de aplicaciones.
Al cumplir 3 meses de trabajo, le duplicaron el salario. Fue tal el impacto, que ella misma fue a hablar con sus jefes pues pensaba que era un error, pero le dijeron que no era una equivocación sino que un reflejo de lo valioso de su trabajo. “Nunca pensé que iba a ganar ese salario, ni siquiera en mis anteriores trabajos donde estaba disponible 24/7 y trabajando más de 8 horas. Esto me dio esa nueva expectativa de que podía lograr mayores cosas”, explica.
El sueño de trabajar en el BID
Al tiempo, Jessica vio una oportunidad en una iniciativa de Laboratoria y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para postular a un trabajo en el organismo internacional. Debido a su formación en finanzas y administración pública, era una oportunidad soñada. Tras un riguroso proceso de selección, Jessica fue contratada en el Departamento de Tesorería del BID, teniendo la posibilidad de trabajar en esta prestigiosa institución de manera remota desde Bogotá.
Tras un año de trabajo, Jessica dice que ha sido una experiencia muy valiosa y llena de aprendizajes. Sobre su transformación laboral hacia la tecnología, dice que lo que más le ha ayudado a mantenerse y salir adelante es el desarrollo de sus habilidades blandas, lo que le ha permitido crecer, demostrar sus conocimientos y habilidades, y avanzar en su carrera.
Hoy, a Jessica le han renovado su contrato por un año más, lo cual significa una importante consolidación de su carrera. Su historia es testimonio del poder de la tecnología para cambiar vidas y abrir puertas hacia nuevas oportunidades. Con proyecciones de seguir creciendo, Jessica continúa su camino hacia el éxito y demuestra que el mundo de la tecnología sí es para las mujeres de Latinoamérica.